Alexia Hartmann, médico aéreo: "Todos nuestros fluidos los conectamos a bombas que empujan ese contenido hacia el cuerpo"
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Alexia Hartmann no solo es médico, también es parte activa de la tripulación durante los vuelos sanitarios que realiza. En este tipo de misiones, donde se transportan pacientes que requieren cuidados especiales, las prioridades cambian radicalmente respecto a un vuelo convencional. El entretenimiento queda en segundo plano y lo esencial es asegurar la estabilidad del enfermo durante todo el trayecto.
En estos vuelos, el personal médico se convierte en responsable de la seguridad a bordo. "No vuelan azafatos con nosotros", explica Hartmann, quien también debe encargarse de ofrecer las instrucciones básicas de seguridad y evacuación al resto de ocupantes de la aeronave. La labor del equipo no se limita a lo sanitario, también abarca otras funciones clave que normalmente asumiría un tripulante de cabina.
@alexiahartmann_ Aquí os dejo 5 curiosidades sobre mi trabajo. ¿Conocías alguna de ellas? . . PD: Los vídeos explicativos fueron grabados sin paciente, durante el período de descanso.
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Además de atender al paciente, el personal sanitario coordina aspectos logísticos. "En cada aeropuerto nos viene a chequear un coche de policía directamente al avión", relata la doctora, aludiendo a las revisiones de pasaportes que se realizan en las distintas escalas. Esta circunstancia pone de manifiesto la singularidad de estos desplazamientos, que muchas veces implican múltiples paradas hasta alcanzar el destino final.
Para comunicarse de forma clara y precisa, los sanitarios recurren al alfabeto radiofónico internacional. Esta herramienta resulta esencial en entornos ruidosos y en situaciones de urgencia, donde los errores pueden tener consecuencias graves.
Una jornada médica que cruza husosLos vuelos de repatriación pueden abarcar diferentes franjas horarias, lo que complica la gestión del tiempo, especialmente para tareas como la administración de medicación o el control de constantes. Para evitar confusiones, "nos guiamos con la hora inicial que marcamos en el monitor", comenta Hartmann. Esta medida permite estandarizar todas las intervenciones sin importar cuántos husos se atraviesen.
Siempre debe haber una persona vigilante, ya que el elevado nivel de ruido puede dificultar incluso la detección de alarmas médicas
El descanso durante el trayecto también está contemplado, aunque sea en intervalos mínimos. En turnos de apenas quince minutos, los sanitarios aprovechan para reponerse sin desatender al paciente. Siempre debe haber una persona vigilante, ya que el elevado nivel de ruido puede dificultar incluso la detección de alarmas médicas.
Adaptarse a las condiciones aéreasUno de los mayores retos a bordo es la imposibilidad de utilizar sistemas de gravedad para administrar medicación intravenosa. "Todos nuestros fluidos los conectamos a bombas que empujan ese contenido hacia el cuerpo", explica la doctora. Las particularidades del entorno aéreo exigen soluciones técnicas distintas a las que se emplean en un hospital tradicional.
La experiencia de Hartmann demuestra que cada vuelo ambulancia es una operación médica compleja. No se trata solo de trasladar a un paciente, sino de mantenerlo en condiciones estables durante horas, a gran altitud, y bajo circunstancias que requieren máxima concentración y preparación técnica.
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Mientras para la mayoría el avión representa una vía para llegar a su destino, para Alexia Hartmann y su equipo es un espacio clínico donde la prioridad es preservar la vida. "Solemos hacer muchas paradas hasta llegar a destino", recuerda, dejando claro que el trayecto rara vez es directo y que cada escala forma parte de una planificación estricta y milimetrada.
En este entorno exigente y cambiante, la vocación médica se une a un compromiso absoluto con la atención urgente. Cada vuelo es distinto, pero todos comparten el mismo objetivo: que el paciente llegue vivo y estable a su lugar de destino. Porque en estos trayectos, cada segundo puede marcar la diferencia.
El Confidencial